EL CEREBRO DERECHO Y EL CEREBRO IZQUIERDO DEL ASESOR DE TESIS

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Planear escribir no es escribir. Bosquejar… investigar… hablar a la gente acerca de lo que estás haciendo, nada de eso es escribir. Escribir es escribir. E.L. Doctorow

Sin tesis no hay graduación

En el año 2018, según cifras de la National Science Foundation (NSF, 2019), fueron 55,195 los estudiantes que obtuvieron el grado doctoral (PhD) en las universidades americanas. Para alcanzar este logro, los graduados tuvieron que escribir sus tesis. ¿Qué tanto les tomó preparar este documento? Es difícil decirlo, pero no cabe duda de que la mayoría padeció, hasta el último momento, la preparación y revisión de sus tesis.

El número de estudiantes que no terminó de escribir “la cosa” o “eso”, como le llaman a la tesis algunos estudiantes, es, por lo regular, igual o mayor que el número de los titulados.

Si el estudiante obtiene el grado, el éxito es del asesor de la tesis.

Si el estudiante falla en cumplir esa última fase del doctorado: la escritura de la tesis, lo cual le significará la no titulación, el fracaso será todo suyo.

Al asesor no se le evalúa por la cantidad de estudiantes que “bajo su guía” queden en el camino, sino por los que se gradúen.

¿Cuál es el rol del asesor en la escritura de la tesis?

¿Qué papel juega el asesor en este asunto? En la inmensa mayoría de los casos, la participación del asesor en la preparación de la tesis de sus asesorados es inexistente.

Entonces, ¿cómo abordan la escritura de la tesis los tesistas? No existe una regla única. Ahora sí que, se empieza cómo Dios le da a entender a cada cual. Algunos estudiantes se la averiguan por propia cuenta, otros piden ayuda a sus semejantes en desgracia, unos más buscan manuales que les orienten, o toman talleres de redacción de tesis, o siguen el esquema de la primera copia de disertación que encuentren, o de plano tratan de adivinar qué hacer.  El resultado final será (1) una tesis terminada, o (2) una tesis inconclusa.

Por los datos de la NSF arriba señalados, más mal que bien, uno de cada dos estudiantes acierta a encontrar su camino y, zarandeado por las circunstancias, al final logra redactar un borrador de “la cosa”. ¡50 de cada 100 candidatos a PhD se titulan en los EEUU cada año! 50 de cada 100 logra escribir la tesis. ¡Eso es un desastre!

Lo deplorable de esta situación es que, siempre, el culpable es el estudiante. De hecho, como señala Adam Ruben, es común que cuando un asesor se harta de su tesista le sugiere que renuncie y se dedique a otra cosa (When your thesis adviser advises you to quit. Science: 2019).

El cerebro derecho y el cerebro izquierdo del asesor de tesis

Según les fue en la feria, cada asesor de tesis guardó su propio librito guía para ‘enseñar’ a sus futuros alumnos a escribir la tesis. Es un manualito, así, en diminutivo, que llevan en la cabeza y que sólo ellos conocen.  En su biblioteca cerebral también tienen otro librito, uno que les guía en sus procesos de investigación. Ambos libritos están separados uno del otro; por decir, el de escritura de tesis está en el hemisferio cerebral derecho y el investigativo en el hemisferio cerebral izquierdo.

El que mejor manejan los asesores es el manualito de investigación, pues al fin y al cabo se educaron y graduaron como investigadores, lo practican a diario y lo aplican para entrenar a sus tesistas.

El otro manualito, el de escritura de tesis, y, dado que el asesor no es muy entregado a la escritura como actividad primaria ni fue entrenado como escritor, su manualito llega a ser un cuadernillo que tiene hojas sueltas, páginas perdidas, párrafos desleídos y espacios en blanco. Este manualito es el que usan para instruir a sus tesistas –los que de verdad sí orientan a sus tesistas, porque hay otros que no lo hacen– sobre lo que tienen que hacer para elaborar sus tesis.

Por esta razón, la fase de escritura de la tesis es, para la mayoría de los estudiantes de posgrado, “la más miserable de todas las etapas de los estudios doctorales” ─como apuntan algunos─, situación que se agudiza en quienes tienen fobia a la escritura. Como consecuencia, cuando carecen de asesoría, el rechazo a la “cosa” se intensifica.

El cerebro izquierdo y la escritura

Algunos psicólogos y pedagogos se han preocupado por entender las dificultades que para escribir tienen miles de estudiantes. La situación es tan penosa para algunos que, cuando están bajo presión, llegan al extremo de no poder construir un párrafo, mucho menos pueden estructurar un pequeño texto.

Diversos autores, como Craft, se han dedicado a diseñar materiales audiovisuales y capacitaciones para “educar al cerebro derecho” de los estudiantes, mediante una serie de ejercicios especializados, a fin de que aprendan a manejar y controlar sus problemas con la escritura.

Para el caso de los proyectos doctorales inconclusos a causa de la agrafía de los estudiantes, quienes son incapaces de transmitir por escrito su investigación, que es la tesis, numerosas universidades han creado programas de ayuda, como consultorios de terapia.

Como sea, los estudiantes siguen ingresando a los programas de doctorado con la idea de que el entrenamiento científico lo es todo, sin considerar el papel que juega en esto la escrituralidad, ni mucho menos el cerebro derecho del asesor.

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Victoriano Garza Almanza

Cd. Juárez, Chihuahua. México

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Viernes 9 de octubre del 2020